martes, 25 de enero de 2011

El precio de ser demócrata

Dicen que vivimos en una democracia pero que poco demócratas son muchos de los que participan en el sistema.

Hace unos días visitaba Laporta la ciudad de Valencia, para presentar su nuevo partido independentista y un grupo de personas se manifiestaron delante del Hotel en el cual iba a presentar su formación y algunos de ellos entraron en el Hotel para intentar agredir a Joan Laporta.

Para mi, eso es un acto de poca responsabilidad, me alarmó el suceso (al igual que la agresión al consejero del PP de Murcia) y tuve que salir a rechazar los actos de violencia, con independencia de como piensen los sujetos que reciben las agresiones o intentos de agresión.

Por desgracia, no han sido pocos los que me han atacado, insultado y despreciado por salir a rechazar la violencia, defender la libertad de expresión de los ciudadanos y la pluralidad política. En los últimos días se me ha llamado de todo, en prensa, mediante redes sociales y correos. Memo, estúpido, niñato, ignorante y malnaciedo han sido algunas de las perlas que se han lanzado contra mi persona en los últimos días.

No he respondido a un solo insulto o provocación, pues tengo educación y respeto, y creo que este tipo de cosas no tienen lugar en política y es uno de los motivos por los que los ciudadanos pasan de la política.

Ser demócrata no es simplemente defender unas ideas o participar en democracia. Ser demócrata es llegar a respetar las ideas de los otros, aunque sean distintas a las nuestras y aceptar el pluralismo político. Las agresiones no tienen lugar en democracia y debe ser la fuerza de las ideas y las palabras la que prime. Con argumentos se gana en democracia, no con insultos, agresiones o amenazas.

Estoy orgulloso de vivir en la Comunidad Valenciana y ser valenciano. Nadie me hará cambiar de idea pero respeto a los que no se quieran sentir valencianos o quieran ''anexionar'' nuestro territorio a una región que nunca ha existido.

En democracia se pueden y deben cambiar las cosas, se pueden cambiar las leyes y también la Constitución. Quienes en algún punto no coindidan, pueden luchar, con la fuerza de las ideas y argumentos, en cambiar la misma. Respetemos esa posibilidad y que sean los ciudadanos quienes decidan los programas, las personas y los argumentos que consideren mejor. Ahí el poder de la democracia.

No coincido con las ideas de Laporta, ni de la Falange, tampoco de IU o muchas del PSOE y PP, pero defenderé que las personas de esos partidos puedan defender sus ideas.

Si ese es el precio de ser demócrata, lo asumo y acepto, pero que mal está el país.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado David: La barbarie es mucha y mal encarada. Te han insultado los que no saben hacer otra cosa. El amor al terruño es un sentimiento que entra dentro de la esfera personal, igual que la religión. Los nacionalismos, igual que el fanatismo religioso confunde la esfera interior con la esfera pública y conduce irremediablemente a formas totalitarias. Te animo en seguir en esta trayectoria: José Manuel Millán -DECIDO-

Pedro dijo...

Hola,

Creo que tu esrito te honra. Y, además de lo que ya has indicado, creo sinceramente que este tipo de situaciones haen un daño a la imagen de los Valencianos que nos costará mucho borrar.

Saludos,